Bocapez se ha convertido en el máximo exponente de esa categoría tan criticada: “mucho lirili y poco lerele”. El restaurante destaca por sus espectaculares vistas al mar y su diseño cuidado, pero decepciona profundamente en lo esencial: la propuesta gastronómica. Es una verdadera lástima, especialmente teniendo en cuenta su buena zona de brasas, que no logran explotar a su máximo potencial.


Comenzamos con una burrata con tomates asados a la parrilla y albahaca, un plato que destacó por el sabor intenso de los tomates, gracias al toque de las brasas. Sin duda, el mejor bocado de la noche .

Pronto llegó la primera desilusión con el calamar a la plancha con boniato y salsa verde. En Benicassim es habitual encontrar calamares a la plancha, un platos sabroso y abundante. Pero en este caso, lo servido no eran calamares, sino dos chipirones. El plato, que costó 26€, fue una auténtica estafa gastronómica.

Como fuera de carta, probamos unos salmonetes a la brasa , otro fracaso. Los salmonetes eran diminutos y fueron presentados cubiertos de una salsa que anulaba cualquier sabor natural. Como siempre digo: “las salsas, como las suegras, siempre a parte” .

El siguiente plato fue una picaña madurada a la brasa con pimientos asados (34€). Aunque la carne tenía buen sabor, llegó casi fría , algo incomprensible en un restaurante con numerosos camareros en sala.

Todavía nos atrevimos con un postre: Café Colombia. Una preparación con una crema con sabor a café y una bola de helado. No estuvo mal.

La cena para cuatro personas, incluyendo cervezas y agua, ascendió a 133€. Una cantidad excesiva considerando la calidad y cantidad de los platos servidos. Los precios son altos, y la relación calidad-precio, insuficiente.
Conclusión: No recomendado
En resumen, Bocapez es un restaurante que apuesta por la imagen y el entorno, pero falla estrepitosamente en su oferta culinaria. Por todo ello, no lo recomiendo .