Casa Mortero se presenta como una casa de comidas que apuesta por las técnicas de siempre: fuego lento, parrilla a la brasa y escabeches artesanales. Ubicado en pleno centro de Madrid, justo detrás del Congreso de los Diputados, el espacio combina sencillez con elegancia, y tras su última reforma, destaca especialmente por una iluminación mejorada que realza la experiencia.
Esta fue mi cuarta visita a Casa Mortero. Y, probablemente, la última. No por mala comida ni mal servicio —que no lo son—, sino porque la relación calidad-precio (RCP) no termina de encajar, algo cada vez más habitual en Madrid.



Arrancamos con unas croquetas de textura perfecta, intensas en sabor a jamón. Sin duda, un acierto.

Torrezno con patatas “meneás” de Salamanca y majado de pimentón: Uno de sus platos estrella. Crujiente y sabrosa. Bien finos, eso sí.

Mejillones en escabeche. Buen sabor del escabeche. Muy sabrosos.

Fuera de carta tenían tomate aliñado con tacos de atún.

Chipirones a la brasa (24€). Aquí empiezan las decepciones. Solo tres chipirones, bien cocinados pero insuficientes para el precio. Lejos de lo esperado en un plato a la brasa de este rango.


Las albóndigas de vaca con salsa ibérica y pimientos fritos. Intenso el sabor de la carne y sabroso el guiso de la salsa. Quizá la foto no muestra que en realidad eran unas albóndigas bastante pequeñas (ración a 24€). Las acompañamos con unas bandejitas de patatas fritas (sin foto).


Dos postres: Flan de leche tostada al aceite de Oliva Virgen Extra.

Moras y frambuesas con sopa de menta y helado de yogur.

Terminamos con media tabla de quesos artesanos españoles (11€).


Bebidas y cuenta final
La cuenta final para 8 personas: 534€ (66€/persona) teniendo en cuenta que pedimos seis botellas de vino (entre 27€ y 46€). Se compartió la comida entre todos y se pidieron dos raciones de cada (excepto los chipirones, que pedimos 4 por lo escasos).