Restaurante italo-argentino que ofrece una “cocina bastarda”, como ellos indican, que es una fusión de cocina italiana con elementos argentinos. Al frente está el cocinero Dante Liporace, que según nos dijeron fue cocinero de la Casa Rosada durante la presidencia de Mauricio Macri. Al entrar está una bonita barra donde se preparan cocktails. La sala también está decorada con gusto, aunque el día que fuimos hacía frío fuera en un día especialmente desapacible y no conseguimos entrar en calor adecuadamente.
Empenzando por el final, la comida fue un desastre. Algunos platos se podían salvar para la sensación general fue mala, muy mala.
Comenzamos con unas empanadillas de solomillo “Casa Rosada”, a 8€ cada una. Correctas, aunque caras para lo que es.
Nos llamó la atención un plato que llaman “La pizza más fina del mundo”, que es una oblea crujiente con queso gratinado y orégano.
Rigattoni a la amatriciana con un huevo frito (eso es lo que denominan el toque “bastardo”). Correcto, quizá el único plato principal salvable de la comida.
Rissoto negro. Este plato fue una auténtica vergüenza. El arroz pastoso, incomible. Protestamos el plato y al menos tuvieron la amabilidad de retirarlo de la cuenta.
Milanesa de solomillo con espuma de provolone, olivas y tomates. Un plato para compartir (38€) que no nos gustó.
Aún nos atrevimos con un postre: torta de chocolate con crema y salsa inglesa de mate. Correcto.
La cuenta para cuatro personas fue de 150€ con dos botellas de vino: un prosecco Corvezzo, a 20€ y Dolceto Massolino (29€). Para no volver.