Esta marisquería es un clásico del barrio de Prosperidad, justo al límite con la M-30. El restaurante es bastante feo, con unas pocas mesas en la entrada y una planta baja sin ventanas con otras mesas. Lo mejor que tiene es una terraza acristalada, que en verano es agradable. Manejan producto de calidad, a su precio , eso sí. En mi opinión, no es un restaurante que recomiendo ya que me parece extremadamente feo e incómodo, y aunque el producto es bueno, creo que hay muchas opciones mejores en Madrid con esa calidad y a ese precio.
En esta visita, tomamos merluza rebozada, muy fresca y bien frita y chuletillas de cordero, acompañadas de su ya tradicional bandeja de patatas fritas.

