Nueva visita a este buen restaurante, esta vez en un grupo de grandes tragones / gourmets. Gran homenaje y muchas risas también.

Comenzamos con unos caracoles para ir abriendo boca, quizá lo más flojo de la comida, faltos de picante, con lo que la salsa se queda en poca cosa.

Buena morcilla, se nota la mano burgalesa del restaurante.

A continuación, unos boletus espectaculares, pura mantequilla.

Estas manitas estaban tremendas.

Otro de los fuertes del restaurante, la casquería. Los callos, espectaculares.

No soy muy de mollejas, pero he de decir que estas son de las mejores que he comido.

Pincho de riñoncitos de lechal. Para comerte mil como estos.

Otro de los platos estrellas de la casa: el conejo al ajillo.

Y las chuletillas. Solo por este plato merece la pena venir siempre que se pueda.

De postre hubo quesos y una selección de tartas (sin foto).

Mención especial es lo bebido en esta comida. Hablamos con el restaurante para traer nuestros propios vinos. La foto habla por sí misma de la calidad de lo bebido.

La cuenta fue de 475€ entre 10 personas. Si bien hay que tener en cuenta que la bebida la trajimos nosotros, la RCP es estupenda.